miércoles, 7 de abril de 2010

Más nacionalizaciones, más caos

El gobierno  venezolano ha decidido la nacionalización de la industria cementera y de la Siderúrgica del Orinoco, Sidor. ¿Qué se puede esperar de estas nuevas nacionalizaciones?
Bueno, basta con recordar la lección de Ludwig von Mises: a medida que la socialización de los medios de producción progresa, la capacidad de los "planificadores" de calcular económicamente se reduce. En otras palabras, al nacionalizar nuevas industrias, los precios de mercado de los productos intermedios que estas generan desaparecen (por definición sólo pueden existir precios de mercado cuando hay un mercado en funcionamiento, es decir, cuando se respeta la propiedad privada). Y sin precios determinados libremente es imposible determinar ganancias y pérdidas, lo cual quiere decir que para los "planificadores centrales" es imposible determinar si están usando eficientemente el capital o si están malgastando recursos en empresas que, ante los ojos de los consumidores, satisfacen necesidades menos importantes.
Verá usted, en el mercado libre, la utilidad de una empresa es determinada por los consumidores (no por los capitalistas), quienes al comprar o abstenerse de comprar causan ganancias o pérdidas. Una empresa que genera pérdidas consistentemente va a la quiebra. Una que produce ganancias, prospera.
Una vez nacionalizada, este sencillo criterio se pierde y ahora las decisiones en relación a cuánto producir y a quién vender se transforman en problema político. El resultado seguro será el desperdicio y el despilfarro de recursos.
No hace falta ser un genio para ver los resultados por doquier, en un país donde es más fácil comprar un teléfono celular que un kilo de leche en polvo.

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